24 de abril de 2009

La Iglesia LAODICEA parte 2






Juicio y Reforma


Cuando el pueblo de Israel se desviaba espiritualmente, a menudo Dios señaló directamente a los reyes y a los líderes espirituales como los responsables. A menudo, el juicio que cayó sobre estos líderes, fue mucho más duro que el juicio sobre la nación en conjunto. Lo mismo observamos en el Nuevo Testamento: Jesús les dijo a los líderes religiosos lo mismo como Samuel a rey Saúl: “El reino será quitado de ti, y será dado a otro” (1 Sam.28:17 y Mat.21:43). Este cambio de un liderazgo por otro - el “reino” quitado de uno y dado a otro - es la verdadera esencia de “Reforma”.


Duranto toda la historia de Israel y de la Iglesia, en cada nuevo movimiento de Dios, Dios levantó a líderes nuevos y pasó por alto, o juzgó, al liderazgo existente. Por eso, no nos sorprende que fueron a menudo los líderes existentes quienes persiguieron los nuevos movimientos de Dios de la peor manera (a menudo por envidia). Y la Reforma y el avivamiento venidero no será diferente.


UNA IGLESIA TIBIA


Enfrentemos la verdad: la iglesia es tibia porque sus líderes son tibios. Aquellos que son levantados como líderes o maestros entre el pueblo de Dios, serán juzgados de manera más estricta
(BL95) Hermanos, no se hagan todos maestros; ya saben que como maestros seremos juzgados con más severidad,


Por eso, el avivamiento venidero PASARÁ POR ALTO AL LIDERAZGO ACTUAL DE LA IGLESIA. Esto no es “rebelión”. Es simplemente una declaración de la verdad obvia, apoyada por la historia de avivamientos y reformas de todas las épocas.


Como los líderes de Israel, los líderes de la iglesia de hoy son culpables de haber diluida o alterada la palabra de Dios por muchos años. Se han rendido al “temor al hombre”. Muchos de ellos tienen miedo de predicar la verdad entera ante su congregación, porque algunas personas podrían “ofenderse” (ni pensar de que podrían retirar su apoyo económico).


Como demuestra la historia, muy a menudo cuando Dios derrama nuevamente Su Espíritu, El tiene que levantar a la vez a líderes completamente nuevos. De esto se trata en una verdadera Reforma. Y tristemente, cuando Dios empieza a hacer algo nuevo, muchos líderes se sienten amenazados y se oponen con todo su ser. Desafortunadamente, esto sucedió casi siempre.


Frank Bartleman observó: “Un avivamiento comienza casi siempre con los laicos. Los líderes eclesiásticos muy raras veces dan la bienvenida a una Reforma. La historia se repite…” De hecho, la historia de la Iglesia está llena de líderes cristianos respetados que persiguieron el “nuevo movimiento” de Dios. Los predicadores tienen sus organizaciones cómodas y su maquinería eclesiástica, sus juntas directivas y sus rutinas de “mantener contenta a la gente”. No les gustará que Dios SACUDA todo esto.


EMOCIONALISMO EN LA IGLESIA


En los ultimos veinte años aproximadamente se ha observado en el movimiento pentecostal/carismático. Y es muy triste ver durante este tiempo como este movimiento degeneró en un cristianismo cada vez más superficial, de solo “sentimientos, emociones y experiencias”. Las prédicas se cargaron cada vez más con “lenguaje positivo” y apariencias exteriores. La música se convirtió más y más en un “show” y diversión. La gente empezó a interesarse más y más en recibir una “bendición”, o un toque emocional de Dios, en vez de buscar a Dios por causa de El mismo. Los predicadores y líderes de alabanza empezaron a pensar que ellos tenían que “divertir” a la gente para que sigan asistiendo, y la gente empezó a esperar nada más que diversión.



Todo esto significa un gran cambio, desde un cristianismo basado en el Espíritu Santo hacia un cristianismo basado en las emociones. El gran peligro de esto es el papel importante que juegan las emociones en la vida diaria del creyente. El creyente empieza a depender del culto semanal para recibir este “empujón” emocional. Un tal cristianismo es propenso al engaño. Las emociones pueden fácilmente ser manipuladas. Es por eso que la Biblia nos exhorta a “no tener una mentalidad carnal”, y a “morir para nosotros mismos”. Las emociones es la parte de nosotros que tiene más necesidad de ser “crucificada”.


¡Con esto no quiero decir que perdamos nuestro gozo o nuestras emociones! Pero debemos ser capaces de reconocer y evitar la manipulación de las emociones, y las falsas experiencias “espirituales”. Debemos adorar a Dios “en Espíritu y verdad”, en vez de un exceso emocional. Donde opera el “poder emocional”, siempre se involucrará el diablo. Algunas de las más conocidas sectas, religiones paganas, y terapias de la Nueva Era, giran alrededor de experiencias emocionales que abren a la gente para fuerzas demoniacas. El poder emocional es también el corazón de la brujería.



El “hombre fuerte” del compromiso con el mundo, que domina a muchos líderes hoy, trae con todo esto una influencia sensual y controladora a la iglesia, y parece que esto sucede más que todo en los tiempos de alabanza. (”Sensual” significa literalmente: lo que atrae los sentidos.)
Junto con todo esto, llegó un montón de nuevos métodos y técnicas para mantener a la gente “feliz” e “involucrada con la iglesia”. Cada año llegó alguna nueva técnica “mejorada” de crecimiento de iglesias, o algún nuevo programa juvenil. La iglesia se llenó con actividades inventadas por el hombre, todas organizadas y financiadas según las “ideas brillantes” humanas, y reclamando la bendición de Dios. Seamos honestos. Muy poco de esto fue realmente la idea de Dios. La mayoría de estos programas son centrados en el hombre, y diseñados para agradar y divertir al hombre.



Podemos comparar la iglesia de hoy con una mujer inválida, sufriendo de cáncer, que aprendió a vestirse y pintarse de una manera que esconde su condición terrible, y se ha convencida a sí misma que si ella sigue manteniendo la “bendición”, la apariencia exterior, entonces todo estará bien. Pero cuando llegue el gran “sacudón” y la Reforma, su verdadero estado será expuesto.
(N.d.Tr: En noviembre de 2006, el presidente de la Asociación Nacional Evangélica de los Estados Unidos, Ted Haggard, tuvo que renunciar a todos sus cargos porque se había descubierto que él mantenía relaciones homosexuales secretas. Es de suponer que muchos más líderes de iglesias tienen pecado escondido en sus vidas del cual no se han arrepentido, y que llegará el tiempo cuando Dios lo traerá al descubierto - también en otros países.)



La iglesia al estilo de Laodicea ciertamente no tendrá parte en el movimiento venidero de Dios. En lugar de ella, Dios sacará a un “remanente” purificado afuera del sistema eclesiástico, “probados como por fuego”, para que traigan la gran cosecha de los últimos tiempos. Pero antes que empiece este gran avivamiento, creo que Dios dará todavía a la iglesia de Laodicea una última oportunidad de arrepentirse.


Dios levantará ministerios y “voces” que llamarán a la iglesia tibia a arrodillarse, y después a salir a las calles. Creo que muchos todavía harán caso a este llamado y se arrepentirán antes que sea demasiado tarde. De esta manera, la “cosecha” comenzará primero dentro de la iglesia. Los verdaderos avivamientos siempre apuntaron primero a “avivar” al pueblo de Dios descarriado; y después a enviarlos con gran poder para demostrar Su gracia y gloria a un mundo moribundo. Entonces, el arrepentimiento tiene que comenzar con los cristianos primero.

Pero también habrá muchos que no harán caso, y caerán bajo el juicio que “comenzará con la casa de Dios”. Yo creo que este tiempo está muy cerca. Una gran “división”, o “polarización”, ocurrirá en la iglesia. Nadie podrá quedarse en el medio. Cada uno tendrá que decidir si se va a aferrar a “Laodicea”, o si echará su suerte con los nuevos predicadores “violentos” y controversiales.


Siempre en tiempos de avivamiento, el pueblo de Dios se enfrentaba con esta decisión. Pero puesto que estamos en los últimos tiempos, yo creo que estos dos grupos serán esta vez aun más separados que normalmente, como “la cizaña y el trigo” (Mat.13). Un grupo avanzará hacia gran bendición, y el otro grupo hacia gran juicio.





El gran “SACUDÓN” de la iglesia comenzará pronto.


Shalom

Enrique G.

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